martes, 28 de octubre de 2014

Los manifiestos cartoneros: una hipótesis sobre el efecto heterotópico que atraviesa su discurso

Los manifiestos cartoneros: una hipótesis sobre el efecto heterotópico que atraviesa su discurso[1]
Pensaba en los misterios de la letra escrita, en esas hebras negras que se enlazan y desenlazan sobre anchas hojas afiligranadas de balanzas, enlazando y desenlazando compromisos, juramentos, alianzas, testimonios, declaraciones, apellidos, títulos, fechas, tierras, árboles y piedras; maraña de hilos, sacada del tintero, en que se enredaban las piernas del hombre, vedándole caminos desestimados por la Ley; cordón al cuello, que apretaba su sordina al percibir el sonido temible de las palabras en libertad. (…) Atado por ella, el hombre de carne se hacía hombre de papel. Era el amanecer.
Alejo Carpentier, en Viaje a la Semilla

Soy profesora. Y es desde este lugar donde hablo hoy, aquí, en este encuentro que no es de profesores o para profesores. Bueno, creo que he elegido ser profesora, no necesariamente motivada en la búsqueda de una verdad o del ejercicio de una vocación, sino más bien por negación: para no ser electricista o mecánica. Nacida en los últimos años de la dictadura militar en Brasil, como hija de obreros, soy heredera de una enseñanza tecnicista a la que está destinada, aún hoy, la prole del proletariado. Así, veía en la industria mi paradero natural. Por una de estas ironías históricas, acabé en un curso que nos habilitaba a impartir clases hasta el cuarto año de la primaria, y, luego, en la carrera de Letras.
Voy a desarrollar un poco sobre mis intereses académicos, para enmarcar el lugar desde el cual establezco mi reflexión sobre el discurso cartonero[2]. La verdad es que los temas que me interesaron desde siempre fueron temas relacionados con el poder de encorsetamiento de la letra escrita (como aparecía en el epígrafe del comienzo de este texto). Lo que pasa es que vengo de una tradición oral: fui la primera de mi generación, entre los primos, a entrar en una carrera universitaria. Pero siempre me pareció que la palabra escrita podría tener algo de prisión[3]. Por ello, ya en el Magisterio estudié el “fracaso escolar”: me interesaban los alumnos que no se alfabetizaban aunque estuvieran muchos años en la escuela. Luego, en la carrera de Letras, me interesé por los modos a través de los cuales la propuesta de Emilia Ferreiro[4] se presentaba como la “solución” hegemónica en mi país para los alumnos que no se alfabetizaban. Como notaba en aquel entonces, la escritura primeramente desempoderaba a los alumnos al nombrarlos (y, consecuentemente, inventarlos) como fracasados. Y después desempoderaba a los propios profesores, ya que una teoría (la de Emilia Ferreiro) aparecía como el único modo de sacar a los alumnos de esta situación, menospreciando así el saber y la práctica del profesor: teníamos entonces un doble encorsetamiento.
Sin embargo, en 2010 conocí a las editoriales cartoneras. En una revista de mi país. Al principio me parecieron trabajos que en mucho rescataba el pensamiento de Freinet (2006), un pedagogo francés anarquista de la primera mitad del siglo XX que militó por una educación libertaria, una educación que debería darse por el trabajo. Mi pedagogo preferido. Y de hecho él trabajaba con la confección de libros y periódicos en el aula de clase. Me parecía que este tipo de escritura (la escritura cartonera) buscaba justamente burlarse de la escritura como encorsetamiento; buscaba resistir, pero a través del trabajo y no a través de la negación. Buscaba resistir a partir de una materia prima sacada de la basura, de lo que normalmente no tiene valor. Buscaba empoderar.
Para conocer mejor a las cartoneras, fui a hojear los manifiestos resultantes del primer congreso cartonero, realizado en la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos de América en octubre de 2009. Su modo de versar y su versatilidad me llamó mucho la atención: aparte de la mezcla entre libros y verduras en Eloísa Cartonera, existían cartoneras involucradas en proyectos de alfabetización tanto en Perú como en Estados Unidos, existían cartoneras en cárceles chilenas y bolivianas, existían cartoneras en portuñol en Asunción, existía una cartonera en mi Brasil con el nombre de Dulcinea, el amor inalcanzable, a lo mejor inexistente, del Don Quijote español: un mundo de publicaciones y propuestas hilvanadas por una tapa de cartón. Bueno, fue suficiente, me enamoré.
Así, teniendo en cuenta el contexto que les traje ahora y el análisis del corpus que nos toca, nos hicimos la siguiente pregunta:
¿Cómo un discurso no hegemónico se constituye en el discurso político/literario de los manifiestos cartonero?
Nuestra hipótesis es que exista algo más que la tapa de cartón hilvanando a la producción cartonera: un efecto de heterotopía anudaría estas distintas manifestaciones. Según Foucault (1984), una heterotopía es un pensamiento en desacuerdo con el pensamiento dominante, como si fuera una utopía, pero una utopía que ya tiene un espacio en la actualidad[5].
Sí, es esto lo que proponemos a partir de nuestro análisis: existe un efecto heterotópico que hilvana el discurso cartonero. A este modo de organización llamaremos body heterotópico, en oposición al encorsetamiento al que nos referíamos con el epígrafe de Carpentier. Esta organización se produce justamente en la performance de la palabra poética entendida como una ética y no solamente una estética. Y aquí elegimos el significante body intentando justamente explotar la multiplicidad de las posibilidades semánticas por él ofrecidas. Body es una palabra de origen inglesa para denominar “cuerpo” y habita el universo prosaico femenino brasileño para dar nombre a una ropa que se pega justamente sobre el cuerpo, funcionando como si fuera una segunda piel, delineando y explicitando, así, los propios límites corporales. Creemos en la potencia expresiva de este significante para nuestra hipótesis se ubique justamente en este hibridismo entre la lengua extranjera y la lengua materna, en este espacio fronterizo y también de posible indiferenciación entre el cuerpo y lo que lo reviste, ofreciéndole cierto molde, además de ser una prenda pinchada del interior de un mundo de mujeres[6]. Conviene también subrayar que esta palabra (la palabra “body”) aparece en oposición a la palabra corset, una palabra francesa que en la lengua española dio origen al verbo “encorsetar”, un gesto que de acuerdo con el diccionario de la RAE significa “poner corsé”, un gesto que metafóricamente trae como consecuencia la pérdida del movimiento, de la maleabilidad. La palabra body aparece, entonces, en oposición al encorsetamiento en contra del cual nos habíamos colocado desde el comienzo de este texto.
Se hace interesante que notemos que, si de un lado, este body heterotópico permite cierto anudamiento del corpus que nos toca en este análisis, por otro, este dispositivo trabaja justamente aflojando, ablandando, soltando la relación (que se establece por el universo lingüístico) con un universo lógicamente estabilizado, como veremos en la secuencia. Partiendo de esta hipótesis, tres costuras (¿o serían más bien descosturas?) nos permiten reconstituir este efecto heterotópico en el discurso cartonero:
-          El análisis de nuestro corpus nos permitió identificar una gran resistencia, cuando no indiferencia a los discursos lógicamente estabilizados (PÊCHEUX, 2008, p. 32). Por veces, llegan a sugerir, incluso, que estos espacios estables serían impuestos del exterior, como coerciones, en contra lo que nos dice el propio Pêcheux (p. 33), “los seres particulares tenemos una enorme necesidad de homogeneidad lógica”. Desde nuestro análisis, este posicionamiento negaría el encajonamiento y la parálisis de las ideas partir de las promesas que se hacen vía escritura, negando el estado de cosas existente, como tenemos en esta declaración, en el manifiesto de Eloísa Cartonera (BILBIJA & CARBAJAL, 2009, p. 59):
Vamos a construir una casa y a hacer una huerta orgánica, y en el futuro una escuela agraria y todo lo que se nos ocurra...
De acuerdo con este primer fragmento, el manifiesto de Eloísa Cartonera no se compromete con una propuesta cerrada de acción en el futuro, estableciendo así un compromiso con el propio deseo que todavía ha de aparecer, con la potencialidad.
Ya el dato de Sarita Cartonera (BILBIJA & CARBAJAL, 2009, p.67), que tenemos en la secuencia, el colectivo se rehúsa a aceptar las adjetivaciones que le otorgan los otros sobre su propia constitución identitaria, deseando así el camino libre para que sigan por la ruta que quieran, siempre y cuando estén lejos de dogmatismos.
que los otros, los que saben más, se dediquen a vernos los defectos, a descubrirnos los errores, a cazar fantasmas en sus propias cabezas. No somos todo lo que nos dicen que somos, no les creamos.
           
-          Paralelamente a la negación de lo lógicamente estabilizado, existe en el discurso cartonero la proposición de una performance poética en su práxis. Así como colocado por Agamben en “Idea de la Prosa” (1999), pensamos que la poesía no atinge un momento de unificación como ampliamente difundido. Lo que ocurre es todo lo contrario: la poesía se concreta a partir de la aceptación del todo, pero este todo poético ofrece realce de cada elemento del todo, aceptando en su interior el desencuentro entre ritmo y sintaxis, entre forma y contenido. A partir del desencuentro poético primordial diseñado por Agamben, lo que mantendría la cohesión del poema sería la posibilidad de enjambement, la posibilidad, la voluntad, el movimiento de seguir trabajando y de pasar para el verso siguiente. Es interesante que notemos que, de acuerdo con este filósofo, este gesto de pasar a la línea siguiente, la versura del hacer poético, este mecanismo de hacer versos a partir de un posicionamiento versátil,  se relaciona con el gesto también arcaico que hace el arado en la tierra, al pasar a la columna de siembra que se encuentra al lado. La aceptación de esta definición de poesía que la trata como la posibilidad de seguir escribiendo pese a todos los desencuentros se hace presente, por ejemplo, en el manifiesto de Sarita Cartonera (BILBIJA & CARBAJAL, 2009, p. 71):
No creemos en dogmatismos. Eso nos permite cambiar de rumbo cuando nos da la gana y sin culpa (…) Así como Vallejo y Huidobro que pedían, en caso de discrepancia con la actitud de sus revistas, la más absoluta hostilidad, creemos también en la renovación constante y que dure lo que deba de durar, sin atenuantes (…) Nada de lo que me digan me va a alejar de la calle, sé encontrar la esperanza en las calles, entre los borrachos y las putas (…) No, yo camino a pie, yo veo todo lo grandioso y lo terrible en cada uno de nosotros, yo bendigo a la mierda, beso al asesino, oigo al obsceno, duermo entre latas y basura pero conservo en mi corazón algo innombrado y no lo voy a nombrar; éste es mi motor, mi fuerza, mi fe más allá de mi propia fe.
-          Como una tercer costura del efecto heterotópico que atraviesa el discurso cartonero, tenemos el rescate de religiosidad que pasa tanto por  la relación con el hacer poético como con el trabajo manual: ambas actitudes serían sagradas porque permiten tanto la constitución-transformación subjetiva como la transformación de la propia sociedad, actividades vistas como las de un demiurgo. El propio Javier Barilaro – uno de los idealizadores de Eloísa Cartonera – también afirma que percibe la sociedad como hecha de arcilla, siendo que la función del artista sería embellecerla[7]. Por ello, en muchos momentos la definición del hacer cartonero, vislumbramos un acercamiento al campo semántico de la festividad religiosa, de la re-creación del mundo.
Mircea Eliade (1992[1957]), un estudioso de la historia de las religiones, nos explica que “la festividad religiosa no es la ‘conmemoración’ de un acontecimiento mítico (y, por tanto, religioso), sino su reactualización”. Por lo tanto, todo ocurre como si este acontecimiento mítico estuviera volviendo a ocurrir. Así, nuestra apuesta sería que el hacer cartonero – como todas las fiestas religiosas – implica una reactualización del acontecimiento mítico de creación del mundo, como aparece en el manifiesto de Eloísa Cartonera (BILBIJA & CARBAJAL, 2009, p. 58): “¡Cartón es vida y vuelven todos en el cartón!”. Así, la renovación constante sería posible a partir del eterno retorno del cartón. Como vemos, esta tarea en el discurso cartonero aparece no solamente como un mito moderno de construcción de una realidad otra, sino también como un retorno cíclico y arcaico de la naturaleza fluida a partir de un trabajo en el cual  “se plasma un festejo del cambio, un réquiem a lo estático y la exaltación de la fluidez universal. La fiesta perpetua que sucede cada vez que una semilla germina o cuando la mujer está encinta. Somos nómadas psíquicos con los pies en la tierra y la mente en universos muy muy muy lejanos”, como aparece en el manifiesto de Yerba Mala (BILBIJA & CARBAJA, 2009, p.130).
Otro dato que, nos parece, nos permitiría decir que existe una filiación a un discurso religioso sería el propio nombre de muchas cartoneras, que se refieren a algún tipo de religiosidad: Yerba Mala Cartonera, Mandrágora Cartonera, Sarita Cartonera, Animita Cartonera, Maria Papelão, Nuestra Señora Cartonera, Santa Muerte Cartonera, etc.
En nuestra interpretación, discursivamente en el hacer cartonero se diseña una  fiesta religiosa que a partir de la escrita y de la confección libresca permitiría la reinvención del mundo. O de otros mundos. En este sentido, el trabajo de escritura que aquí se define es un trabajo a favor de la vida en  movimiento, oponiéndose al parálisis plasmado en nuestro epígrafe que definía la letra escrita como “hebras negras” que funcionaban como “cordón al cuello”. El discurso cartonero, al bañar a nuestro epígrafe con otros colores y sentidos, defiende que es justamente por hacer del hombre de carne un hombre de papel que la escritura, a través del reciclaje, puede salvarlo de la muerte. Incluso nos dice el manifiesto de Yerba Mala Cartonera: “En Yerba Mala nadie cree en la muerte”.
Si por un lado, la letra escrita  le veda al hombre los caminos desestimados por la Ley, por otro lado, el discurso cartonero performáticamente defiende que solamente con ella, por ella es posible construir otra Ley, otro hombre, otro mundo. Por lo tanto, seguimos rumbo al término de nuestra intervención retomando a nuestro propio epígrafe, pero ya totalmente resignificado por el modo de coser cartonero: “Atado por ella [por la letra escrita], el hombre de carne se hacía hombre de papel. Era el amanecer.”
 
Palabras de Flavia Krauss en la Mesa Redonda de inauguración del II Encuentro de #Editorialescartoneras
Referencias Bibliográficas
AGAMBEN, G. Ideia de Prosa. Lisboa, Edições Cotovia, 1999 (1985).
BILBIJA & CARBAJAL. Akademia Cartonera. Un ABC de las editoriales cartoneras en América Latina. Madison, EUA: Parallel Press: University of Wisconsin-Madison Libraries, 2009.
CARPENTIER, A. Viaje a la semilla. IN: Guerra del tiempo y otros relatos. Ciudad de México, Editorial Lectorum, 2001.
CERTEAU, M. A Invenção do Cotidiano: Artes de Fazer. Petrópolis, Editora Vozes, 2012 (1990).
ELIADE, M. O sagrado e o profano. SP, Martins Fontes, 1992 (1957).
FOUCAULT, M. De los espacios otros,  s/datos de publicación.  Traducida al español por Pablo Blitstein y Tadeo Lima. [Conferencia dictada en el Cercle des études architecturals, 14 de marzo de 1967], publicada en: Architecture, Mouvement, Continuité, n 5, 1984.
FREINET, C. La educación por el trabajo. Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2006.
LACAN, J. Seminário, livro 20: mais, ainda, (1972-1973). Rio de Janeiro: Zahar, 2008 (1972-1973).
PÊCHEUX. M. O Discurso: Estrutura ou Acontecimento. Campinas: Pontes, 2008 (1983).



[1] Las palabras que el lector tiene delante los ojos se pensaron como un texto hablado. Por ello, el tono de oralidad que las atraviesa.
[2] Como discurso cartonero estamos tomando los efectos de sentidos generados por los manifiestos cartoneros compilados en “Akademia Cartonera. Un ABC de las editoriales cartoneras en América Latina”, el resultado anticipado del congreso “Libros Cartoneros: Reciclando el paisaje editorial en América Latina, que se llevó a cabo del 8 al 9 de octubre de 2009 en la Universidad de Wisconsin-Madison.
[3] Nos parece que Certeau (2012, p. 206) también esté de acuerdo con la interpretación que escribir conlleva cierto encorsetamiento, como vislumbramos en su siguiente línea de razonamiento: “aprender a escrever define a iniciação por excelência em uma sociedade capitalista e conquistadora. É sua prática iniciática fundamental.” Así, de alguna manera, interpretamos que los chicos que fracasan en la escuela de algún modo, consciente o inconsciente, con éxito o no, estén rehusando entrar en la sociedad capitalista. Por lo tanto, no tendríamos una cuestión de fracaso escolar, sino de resistencia.
[4] Hacemos referencia a su libro “Psicogênese da língua escrita”, que ha logrado convertirse en “la verdad” en mi país en términos de alfabetización. Los profesores que en su práctica no se basasen en las fases descritas por esta estudiosa incluso sufrían persecución ideológica por lo que en aquel entonces llamabámos de “policía discursiva”.
[5] A partir de una posible lectura sobre las heterotopías, el filósofo establece un primer principio: probablemente no exista una sola cultura en el mundo que no constituya heterotopías, es una constante de todo grupo humano. Sin embargo, las heterotopías adquieren formas que evidentemente son muy variadas, y, quizás, no podamos encontrar una sola forma de heterotopía que sea absolutamente universal. No obstante este hecho, sería posible clasificarlas en dos grandes grupos:
- en las sociedades dichas “primitivas” existe una forma de heterotopía que Foucault nombra como “heterotopía de crisis”. O sea, existen lugares privilegiados o prohibidos – o simplemente sagrados – reservados a los individuos que se encuentran, con relación a la sociedad en el interior de la cual viven, en estado de crisis, en situación de inestabilidad. Como ejemplo de estes seres en situación de inestabilidad tendríamos a las mujeres en el momento de la primera menstruación, que todavia hoy son apartadas del restante de la comunidad en algunas tribus indígenas;
- sin embargo, se nota que cada vez más las heterotopías de crisis están cediendo paso a las “heterotopías de desvío”: son heterotopías en las cuales se encuentran los indivíduos cuyo comportamiento presenta un desvío con relación a la media o a la norma exigida. Como ejemplo, tendríamos tanto las clínicas psiquiátricas como también las actuales cárceles.
[6] Resaltamos que la gran mayoría de las cartoneras no solamente poseen nombres que nos remiten a un  universo de mujeres, sino que también habitan una posición en el discurso que se acerca mucho a lo que el psicoanálisis va a describir como propio del campo del femenino, como Lacan nos muestra en el Seminario 20 (2008 [1972-1973]). Pero de este tema nos ocupamos en un artículo intitulado “Sobre o feminino nos manifestos cartoneros e a construção de um sujeito coletivo”, publicado en la Revista Moinhos y disponible en http://revista-moinhos.webnode.com/news/sobre-o-feminino-nos-manifestos-cartoneros-e-o-alinhavamento-de-um-sujeito-coletivo/.
[7] Como dice Barilaro en un texto intitulado “Y hay mucho más...” (BILBIJA & CARBAJAL, 2009, p. 38) sobre el colectivo Eloísa Cartonera: “para mí siempre fue una obra de ‘escultura social’, categoría que inventó el artista alemán Joseph Beuys. Consiste en percibir a la sociedad como una escultura viva, para modelarla como si fuera de arcilla, para embellecerla. Entonces, para mi cosmovisión, quienes hacen Eloísa son cocreadores, y en la terminología peronista de Cucurto siempre fueron trabajadores”



1 comentario:

  1. Queridos amigos de Olga Cartonera:
    Voy a permitirme ocupar este espacio de comentarios para felicitarlos por su nuevo aniversario. Se merecen todo lo bueno que han logrado pues, su trabajo constante y lleno de generosidad, ha permitido una difusión enorme de lo que se hace en Chile ( y el mundo) en base a este formato de edición literaria.
    Un gran abrazo y que sigan cumpliendo muchos más años!!!

    ResponderEliminar