lunes, 13 de octubre de 2014

Texto con que Felipe Valdivia presentò "Poemas errantes" de Paz Crovetto



Hace algunos meses atrás leía una columna del Premio Nacional de Literatura, Óscar Hanh, en la cual afirmaba que el tema predominante en la poesía de cualquier época es el amor y hacía referencia a un libro del Nobel mexicano, Octavio Paz –del cual, no está demás recordar, este año se celebra su centenario.
Hahn –en su columna– se refiere al libro Piedra de Sol, que trata este asunto del amor de manera alentadora y extensa, a través de 584 versos. Menciono lo anterior, pues en la obra y pensamiento de Octavio Paz, el amor es abordado o, más bien, experimenta un aquí y un ahora que son efímeros, aunque sobrevive en la inmortalidad que le proporciona el tiempo circular. Esto es una afirmación y una realidad alejada con la que hemos crecido, porque nos han enseñado que el tiempo es lineal, cronológico; en cambio, para los aztecas, a quien alude el título del poema del vate mexicano, la idea del tiempo era totalmente opuesta, pues ellos crían que era circular. Vale decir, no hay Génesis ni Apocalipsis, dado que el tiempo vuelve al principio, como en un círculo, y sigue dando vueltas.
En otro de sus libros, El arco y la lira, plantea que el amor, la religión y la poesía tienen algo en común: la nostalgia de un estado anterior del cual fuimos separados. La experiencia amorosa da la posibilidad de regresar a ese origen y de vislumbrar la indisoluble unidad de los contrarios, dice el Paz ensayista.
Se preguntarán por qué aludo a Octavio Paz, en una suerte de introducción a la presentación del primer libro de Paz Crovetto... nuestra Paz. La respuesta es simple: porque la primera vez que leí sus poemas, hace algunos años atrás, me recordaron muchísimo al trabajo del Paz mexicano, guardando las proporciones, por cierto.
En el prólogo de Poemas Errantes, hay una referencia que no es gratuita, precisamente a Octavio Paz, cuando una vez le preguntaron lo que para él significaba la poesía. Y contestó: “La poesía es conocimiento, salvación, poder y abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior”. 
Desde mi humilde opinión y como majadero lector de estas 40 composiciones cuidadosamente trabajados por la autora, creo que cada obra reúne ciertas características y condiciones que la posicionan en un escenario favorable para la poesía chilena. Cada verso que conforma este libro de poemas abraza indirectamente los factores que enumeraba Octavio Paz para considerar a la poesía como tal. El conocimiento, la salvación, el poder, el abandono, los actos revolucionarios, los ejercicios espirituales y la liberación interior, son para él algunos de los elementos trascendentales para configurar la estructura poética. Porque más allá de los elementos literarios, la poesía de Paz Crovetto, contiene una liberación diáfana, sincera y muy rica, en cuanto a exposición de temas que la preocupan y la mueven a escribir estas 40 obras de arte.
El amor se configura como el denominador común de los poemas. Aunque me refiero a ese amor nostálgico y profundo que obliga a replantearnos y a mirarnos en lo más profundo de nosotros. En las diferentes composiciones existe una gama de colores de frustración, desilusión, odio, cariño, amistad y, por cierto, amor. Desde ese punto de vista, trabajar el amor parece una temática popular para los poetas de todos los tiempos, tal como lo mencionaba en el inicio de este texto, cuando aludía a la columna del profesor Hahn, porque quien diga que no tiene amor en su vida, entonces no ha entendido nada sobre la magnitud transversal del concepto. Y cuando digo amor, no me refiero exclusivamente al amor afectivo de pareja, tanto hetero como homosexual ni tampoco al sexo sin amor, que sin duda puede existir. Hablo del amor en toda su dimensión, tal como el amor de familia, de amigos… amor por lo que se hace… amor al odio (permítanme ese oxímoron)  hablamos, en definitiva, del amor en cada una de sus expresiones.
Entonces pareciera que Poemas Errantes es un proyecto ambicioso sobre el cual elaboré una –también– ambiciosa teoría, cual es, que la autora, Paz Crovetto, intenta advertirnos el sufrimiento que experimenta todo un pueblo, a modo general. ¿Por qué ningún texto tiene título y Paz –nuestra Paz– prefiere titularlos con números romanos? Acá mi teoría: creo que estos 40 poemas retratan los mismos problemas que sufre Paz, que sufro yo, que sufren ustedes que están en esta sala, que sufren los lectores y que sufre, por cierto, el mundo entero. El libro pareciera esconder 40 poemas anónimos, aunque en el fondo, la autora nos intenta transmitir este sufrimiento al que nos exponemos diariamente.
Dice, Paz Crovetto, en el poema 50, uno de mis favoritos del libro: “No me mires que me pierdo entre tus ojos,/ no me hables que me hundo en tu boca;/ en éxtasis, me hundo./ Me hipnotizan tus manos como mapa,/ tantas líneas, tantas vivencias,/ todo eso de ti me gusta./ Un nada que se hace un todo/ en tu mirada profunda,/ en tus ojos que me vuelven ciega/ de tanto mirarte,/ en tu boca que amanece/ en mi pensar,/ en mi existir,/ en mí”.
En el poema 71, que es una décima, Crovetto maneja una musicalidad complementada con este manejo del amor, mientras que en el 46, la autora se enfrenta a esta ideología insinuando la utopía del amor: “Mi sangre lleva escrita tu nombre/ y tu vida corrompe mis venas./ Eres mi eutanasia turbulenta,/ que no me mata lento,/ sino len-tí-si-mo,/ que hace que mi pesar sea eterno”. Hay una exquisita y muy bien lograda voz nostálgica que envuelve a la mayoría de los poemas, aunque particularmente puede degustarse en plenitud en el 42: “Por las costas de tu cuerpo/ recorreré tus últimos rincones./ Por ti me haré marinera de tus aguas,/ seré tu alma y tu cuerpo en demasía,/ Seré tuya, sólo tuya./ Seré tus huellas, tu todo,/ me perderé en tu pasión fúnebre./ Caminaremos por la arena,/ nos haremos uno con el mar,/ seremos olas en un océano turbulento./ Recorreré tus rincones, tus sabores./ A ti querré en éxtasis ilógico,/ en carne y placer,/ me fundiré con tu cuerpo/ y nos bañaremos en las aguas del deleite/ hasta compenetrarnos/ en la más alta inmensidad de la vida,/ y morir como un solo cuerpo”.
            A Paz Crovetto la conozco hace varios años. Nuestra amistad es sincera y sana. Sé que no cualquiera entra a su círculo de intimidad , así que aprovecho de agradecértelo públicamente por permitírmelo. Como nos une esta amistad, sé que ella –por lo general– se está riendo, dado que su personalidad, si me lo permiten, es la de una mujer muy dicharachera. Este dato de su vida privada lo menciono sólo con el afán de contextualizar y destacar esta contraposición que logra en su libro, imprimiendo tonos de nostalgia y tristeza con muchísima verosimilitud, en cada poema que lo requería.
Las imágenes, las estructuras y la composición de los versos, se unen como una potente fuerza para articular Poemas Errantes.  Y bueno, se nota que cada uno estuvo meticulosamente trabajado, como ya dije… así es ella, estructurada y meticulosa. Se nota que hay amor por lo que viene escribiendo desde hace varios años.
Hay un poema que quisiera destacar que es el 40, que es una suerte de declaración de principios de la cual, me siento plenamente identificado e interpretado. “Quizás mi oficio a muchos atormente,/ quizás mi vida recurra a él./ Un oficio,/ una vida que plasmo en papel./ Así lo diría mi sabio utópico:/ `compañeros poetas, uníos`./ Podrán ser superfluas palabras,/ efímeras, /así es mi arte,/ es mío y único,/ es vida y cambio./ Tal vez no llegue a ti,/ quizás me mires con cierto rencor,/ pero es mi opción de ser./ Una rosa que no es bella,/ es decir que mi poesía no es utópica,/ ni siquiera un ápice de ella./ Es catarsis colectiva, que purifica y se purifica, que inmiscuye vidas ajenas./ Mi pequeña utopía como la suelo dominar/ Podrá esto no ser ni un poema ni un manifiesto,/ pero manifiesto en este poema/ lo que la poesía me manifiesta./ Quizás no soy corriente,/ no soy común/ ni poetisa emigrada de lo invisible/ ni escritora de lo individual./ Algo soy: el atril que afirma la obra,/ esa soy,/ soy poeta”.
            Entonces, compañera poeta, colega y amiga, bienvenida al circuito de quienes luchamos a través de la palabra. Bienvenida amiga querida. Cuenta con este colega escritor para que sigamos rompiendo paradigmas y soñando un mundo mejor a través de la poesía y, por cierto, a través de la literatura.   
            Muchas gracias y un gran aplauso para esta talentosísima poeta chilena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario